lunes, 20 de marzo de 2017

Entrevista periódico El Espectador



Versión completa de la entrevista para el diario El Espectador, 20 de marzo de 2017. 

¿Qué lleva a un pianista radicado en el extranjero a interesarse por hacer un proyecto como éste en Colombia?
Bueno, no es fácil para ningún artista dejar atrás a su país; ese nunca ha sido mi propósito. Todo lo que soy como ser humano está profundamente marcado por Colombia. Gracias al proyecto PianoMóvil he descubierto hasta qué punto los colombianos en el extranjero de todas las áreas profesionales anhelan un mejor porvenir para el país. PianoMóvil me da la oportunidad de descubrir y de tratar de entender un poco mejor a Colombia; me da también la oportunidad de invitar a otros a reflexionar. Me obliga a hacerme cuestionamientos profundos acerca del rol del arte en nuestra sociedad. Espero poder aportar con ello un mensaje constructivo.

¿A qué se refiere con “todo lo que soy como ser humano”?
Quiero decir que pienso que la inmensa mayoría de colombianos de mi generación llevamos el país atravesado en el alma, nos duelen sus tragedias, nos alegran sus triunfos, y anhelamos la oportunidad de aportar y de construir.

¿Cómo nace PianoMóvil? ¿Cuáles han sido las experiencias más gratificantes, y los momentos más difíciles?
El sueño de un PianoMóvil nace de una necesidad artística: como pianista clásico, se hacía cada vez más difícil reconciliar una práctica de filiación europea con los dilemas que suscita en un país caracterizado por la desigualdad y los traumatismos del conflicto. El proyecto resultó ser un dispositivo atrayente, capaz de movilizar a personas de horizontes diversos en torno a reflexiones sociales. En 2014 creé en Francia la Asociación Euphonia, junto con los primeros amigos simpatizantes del PianoMóvil.
Fue muy conmovedor para nosotros cuando, después de dos años de trabajo, nuestro piano llegó al fin al barrio Paraíso en Ciudad Bolívar, o a las colinas de Usabá en Sibaté. Fueron momentos muy significativos. Por supuesto, la adversidad es una constante en el arte y en los proyectos sociales. No es fácil conseguir recursos o superar ciertos prejuicios. Pero poco a poco vamos logrando ganar un espacio para nuestro proyecto.

¿Vamos? ¿A qué se refiere cuando habla en plural?
El colectivo Euphonia está conformado por dos equipos de voluntarios, uno en Francia y uno en Colombia. Trabajamos a lo largo del año buscando recursos que se ejecutan en Colombia en julio-agosto. Nuestra meta es obtener nuestro propio piano y camión, para realizar una Gira Nacional del PianoMóvil, y un documental que muestre a través de ese viaje la riqueza musical de Colombia.

Uno pensaría que los que se van del país es porque no están conformes con lo que éste les ofrece, o en búsqueda de nuevas oportunidades, o tal vez huyendo de la crisis de violencia sumada a los diferentes conflictos económicos, sociales, culturales… ¿Por qué se fue Diego Franco?
Si bien es verdad que muchos colombianos nos vamos buscando nuevas perspectivas de desarrollo personal y profesional, sería un error para quienes viven en Colombia imaginar que la vida es mucho más sencilla en otros lugares. La vida es dura en todas partes, y cada país tiene sus propias ansiedades y temores acerca del futuro.
Por otra parte, sí siento que hay formas de dignidad y de respeto mutuo que en Colombia nos hacen falta. Es hora de que los líderes y gobernantes reconozcan la importancia del rol dignificante que cumple el arte, y dispongan consecuentemente. Nos corresponde a los artistas por nuestra parte, estar preparados para expresar con claridad y unidad cuáles son esas disposiciones que necesitamos, en caso de que un líder visionario y competente se interesara.


¿Cómo llevar algo tan ajeno como la música clásica a los jóvenes? Nuestro medio está saturado de géneros como el reggaetón…
Yo no pienso que los gustos e intereses musicales de nuestros jóvenes sean tan limitados como se nos hace creer. Es la programación que les ofrecen los medios, las imposiciones de la moda y de la publicidad las que son limitadas y pobres. Pero todos los jóvenes del mundo experimentan curiosidad musical, y espero llegar a  proponer maneras nuevas y constructivas de estimular esa curiosidad.

¿Cuál será la propuesta musical del PianoMóvil en 2017?
Con el PianoMóvil proponemos un repertorio de música colombiana; compositores como Luis A. Calvo, Adolfo Mejia, Oriol Rangel, Ruth Marulanda. También compositores latinoamericanos como Ernesto Lecuona, Alberto Ginastera o Heitor Villa-Lobos. Y compositores clásicos universales como Bach, Beethoven o Chopin. Pero también queremos interactuar con los músicos locales, descubrir, aprender, hacer un homenaje a las diversas expresiones de la música en el país.

¿Cuál es su invitación a la sociedad colombiana para que de una u otra forma sean participes de este proyecto? Ud. habla de gobernantes, líderes, poblaciones vulnerables, medios de comunicación. La fundación busca tener un camión, un piano. ¿Cómo tocar esas puertas?
¡Gracias por preguntar! Si algún colombiano quisiera donar su piano a esta causa, estamos en esa búsqueda. Esperamos que del medio empresarial surja el apoyo necesario para el camión modificado en escenario, y para financiar la gira. Trabajamos arduamente para que toda empresa o particular se sienta motivado a apoyarnos; a concretizar a través nuestro su apoyo a la cultura en Colombia. Esperamos que las instancias públicas se interesen y se apropien también de nuestro proyecto. Sentimos que hay un gran potencial. Todos los músicos son bienvenidos. Todos los colombianos están invitados a seguirnos en este viaje, a dejarnos mostrarles los tesoros insospechados de nuestra práctica musical. Tenemos planeado un maravilloso documental. Con la ayuda de todos, PianoMóvil serán miles de kilómetros de música y de experiencias significativas.

¿En qué consiste el documental?
Queremos que cada concierto del PianoMóvil sea una ocasión especial, que las personas que visitamos descubran música nueva y los músicos locales tengan la ocasión de presentarse. Pero no queremos limitarnos a experiencias aisladas. Queremos tejer a través de un documental la historia del viaje del PianoMóvil: un panorama como nunca antes visto de la práctica musical en Colombia, una narración humanista caracterizada por un inmenso respeto hacia los músicos y por una visión de lo que el arte podría llegar a ser para nuestra sociedad.

¿Cuál es su obra favorita?
Esa es una pregunta muy difícil. Una de las ideas que quisiera dejar a los niños es que el repertorio musical de la humanidad es tan vasto; que el producto de la invención humana en los terrenos del sonido es tan grande, y ha representado tanto para tantas culturas, que es casi trágico limitar el tiempo de nuestras vidas a una sola concepción de lo que la música es o puede ser. Una de las cualidades más ennoblecedoras de la curiosidad musical es que no se puede amar una música y al mismo tiempo despreciar la cultura que la crea. El arte nos invita a interesarnos y a creer en la humanidad; hacer arte es un acto de fe en la humanidad y en uno mismo.

¿Realmente no hay ninguna pieza que sea favorita?
Depende del momento en que le preguntan a uno... Por estos días podría decir que disfruto mucho el Pasillo en Si menor de Adolfo Mejía, compositor colombiano. Es una pieza muy conmovedora.

¿Cómo se adapta el PianoMóvil al público infantil?
Tenemos la fortuna de contar con un pequeño pero maravilloso equipo de pedagogos musicales que de forma voluntaria realizan un taller pedagógico a los niños antes y durante el concierto. De esta manera adaptamos a ellos la experiencia del recital. Por lo demás, el repertorio que proponemos está dirigido a todas las edades, y complementado por los aportes de los músicos locales que aceptan nuestra invitación. En Sibaté por ejemplo, contamos con la participación de un coro de niños y de dos agrupaciones de carranga. Angélica Gámez, reconocida violinista de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, también nos hizo un gran honor con su participación. Una combinación sui generis con resultados maravillosos.

¿Cuál es el itinerario previsto para la Gira Nacional?
Para la Gira Nacional hemos planteado 20 veredas y ciudades en 1 mes, saliendo de Bogotá y pasando por 9 departamentos, acercándose a la Costa Caribe y regresando; primero por Antioquia y luego por Santander.  Pero todo depende de los recursos y de las alianzas que logremos concretar. Contar con aliados locales es muy importante.

¿Cuánto puede llegar a pesar un piano de cola?
¡Los pianos de cola más grandes pueden llegar a pesar casi media tonelada! El nuestro no llegaría probablemente a esas proporciones, pero sí se requieren cuidados especiales para su traslado y mantenimiento. Contaremos con la presencia de un técnico afinador de pianos.

¿Hay algún género musical que no sea compatible con el PianoMóvil?
Todos los géneros son bienvenidos, pero nuestro criterio es que sean músicos que se consagran al perfeccionamiento de su arte, como el que queda demostrado por ejemplo en el dominio de un instrumento musical. Que sean músicos que se interesan por su integración y evolución artística, como el que se hace patente por ejemplo cuando un músico estudia la obra de otros músicos. Y por supuesto, que compartan los valores y la vocación social del colectivo Euphonia.

¿Cuáles han sido los momentos más gratificantes para PianoMóvil?
Bueno, mencioné los conciertos de Usabá y Ciudad Bolívar como dos momentos muy importantes, inolvidables para nosotros. Otro momento podría ser cuando instalamos el piano junto al Embalse del Muña, que se alimenta de las aguas del río Bogotá, y toqué con un tapabocas. Era nuestra manera de expresar la tristeza y frustración de ver unas aguas y un paisaje tan bello contaminado por los desechos industriales. Quizás "gratificante" no sería la palabra para calificar esta última experiencia, pero fue en todo caso un momento que representa el tipo de reflexiones que queremos proponer.

¿Cómo es la historia personal de Diego Franco? ¿Qué lo lleva a imaginar este proyecto?
Siempre soñé con ser músico, desde que tengo memoria. No habría logrado gran cosa sin el apoyo de mi familia, especialmente de mi madre. Pero los estudios de música en Colombia eran difíciles, sobre todo para aquellos que no provenimos de una familia cercana a la práctica musical. A veces pensaba que todo era tres veces más difícil: Primero, por el desafío inmenso que plantea la música en sí misma. Segundo, por la distancia enorme que parecía separar las aspiraciones artísticas de la realidad en Colombia. Y tercero, por un cierto sentimiento de soledad que nace de la dificultad para compartir y para explicar una actividad desconocida. Gracias al trabajo de grandes músicos, pedagogos  y gestores culturales, mucho de eso está cambiando en Colombia. Mi anhelo es sumarme a ellos; contribuir de alguna manera a que la música y las artes tengan un lugar de importancia en la cultura colombiana.

¿Cómo se desarrolla un concierto del PianoMóvil? ¿Cómo fue la experiencia en Ciudad Bolívar por ejemplo?
Para cada concierto de PianoMóvil buscamos un aliado local. En Ciudad Bolívar la Fundación Oasis, que hace un trabajo importante con niños y abuelos del Barrio Paraíso, nos abrió sus puertas y nos presentó a la comunidad. Nuestro equipo de pedagogos voluntarios hizo un taller de iniciación musical a los niños entre 11am y 1pm, en las instalaciones de la Fundación. Simultáneamente, instalábamos el piano en el parque del barrio y un segundo taller tuvo lugar, para los curiosos del piano y de su mecanismo. Yuri Forero, técnico afinador de pianos, demostró ser también un gran pedagogo. Al final, el concierto se dividió entre las piezas colombianas y universales que yo proponía, las intervenciones de dos jóvenes músicos invitados, y las pequeñas intervenciones que lográbamos improvisar con los niños que manifestaban mayor interés. Es muy conmovedor constatar que hay dos tipos de públicos que se interesan mucho por nuestra visita: las personas invidentes, y las personas con movilidad reducida.
Para el equipo que nos acompañó, el solo hecho de desplazarse a un lugar tan alejado de los epicentros de la cultura y compartir con la comunidad del Barrio Paraíso fue una experiencia inolvidable. Nos impactó mucho la noticia de que, simultáneamente a nuestro concierto, ocurrieron dos asesinatos a unas pocas cuadras de distancia. Son imágenes muy disientes de nuestra realidad. Aprendimos también que la mejor vista nocturna de la ciudad no está en Monserrate ni en la vía a la Calera, ni en los penthouses de los edificios más altos. El destino quiso dar ese premio a los habitantes de Ciudad Bolívar. Cuando los niños y jóvenes contemplan la ciudad desde el mirador de El Paraíso, estoy seguro de que les invade el sentimiento de poder lograrlo todo en la vida.
Descubra el proyecto PianoMóvil en las redes sociales: www.facebook.com/pianomovil , www.pianomovil.com , pianomovilcolombia@gmail.com

viernes, 12 de febrero de 2016

El desencanto nos ha conducido al escepticismo, pero algo en nosotros aún anhela sorprenderse. La decepción nos ha conducido a la desconfianza, pero en el fondo anhelamos poder confiar y ser confiados. La rudeza de la vida nos ha conducido a la malicia, pero algo en nosotros anhela relacionarse tranquila y sanamente con el mundo. Nadie puede juzgar las desesperadas condiciones que hayan podido alguna vez sacar lo peor en nosotros, pero aun, seguimos anhelando la oportunidad de mostrar lo mejor de lo que llevamos dentro.

Después de una larga jornada de trabajo, a la luz de la luna y rodeado de calma y de silencio, en una ocasión inusual, de una vez en el año - o de una vez en la vida -  ¿quién sabe lo que un Intermezzo de Luis A. Calvo pueda significar para un campesino? ¿Lo que una Sonata "Claro de Luna" de Beethoven - nunca antes escuchada y por lo tanto no lo suficientemente tocada - para un niño? 

Estas piezas para piano dan la ocasión de detenerse y de escuchar. De detenerse, y de pensar.

Nosotros de nuestra parte tenemos sed de aprendizaje. Experimentamos un deseo intenso de hacer este viaje, de descubrir Colombia, sus paisajes, su gente, su música. Queremos que esta experiencia nos transforme.

El colectivo Euphonia se ha lanzado a la aventura. Si seguimos encontrando resonancia en otras personas, si logramos contagiar el idealismo que nos impulsa y demostrar la devoción de nuestro trabajo, entonces, alguna mañana de un futuro cercano el PianoMóvil - ése espléndido piano de cola cargado de idearios y de imaginarios - estará listo para partir.

Hay mucho de simbolismo en ese esfuerzo por transportar un instrumento tan pesado y tan voluminoso. Tanto piano como escenario serán de la mejor calidad posible. Queremos representar con ello que aún las veredas más alejadas merecen una consideración de primera. El PianoMóvil intenta tomar esos sonidos de exclusiva (los producidos por los mejores pianos de cola en las mejores salas de concierto en las ciudades) y llevarlos al barrio, al corregimiento, a la vereda. Sin reducción de costos. Sin decirse "si llevamos un piano pequeño de menor calidad, nadie notará la diferencia". El músico que toca en el concierto se prepara como si tocase frente a la audiencia más entendida, y toca con lo mejor de sus capacidades, sin decirse "Si no me exijo tanto y toco mediocremente, nadie lo notará". Se esfuerza en dar lo mejor de si, porque le importa la gente para la que toca.

¿Puede compararse un concierto del PianoMóvil con uno de las salas de concierto en las grandes capitales del país y del mundo? Ciertamente no. ¿Podemos dar todo de nuestra parte para que esa experiencia de concierto sea tan edificante como sea posible? ¿Podemos adaptar nuestra aspiración artística a los imperativos del contexto?

El acto de esforzarse por lo mejor imaginable a pesar de la adversidad es la esencia del mensaje del PianoMóvil. Este acto representa el proceder que desearíamos ver a nuestro alrededor, en nuestras instituciones, en nuestros gobernantes. ¿Dan lo mejor de sí nuestros líderes por la sociedad que lideran cada día? ¿Damos nosotros mismos, en nuestra relaciones de todos los días, lo mejor de nosotros? Compartiremos una de las lecciones que nuestro arte nos ha dejado: "para obtener lo posible, hay que aspirar a lo imposible". (1)

Queremos también visibilizar y resaltar historias de la práctica musical porque creemos haber encontrado en ellas valores de importancia para nuestra sociedad. Aquellos que se aferran a sus ideales en medio de la adversidad saben cuán importante llega a ser el simple hecho de saber que alguien observa y valora sus esfuerzos.

¿Dónde están estas historias tan extraordinarias?  Bueno pues, prácticamente, en todas partes. Una rápida búsqueda en archivos de prensa nos llena de ejemplos. La historia de un profesor de música que arriesga su vida por los niños de Toribío, al nororiente del Cauca, intentando crear orquestas infantiles en medio de una de las zonas históricamente más atacadas por la guerrilla. http://www.elpais.com.co/elpais/cultura/noticias/profesor-cambia-sonidos-guerra-toribio-por-notas-paz

Una estudiante de 14 años, víctima de matoneo estudiantil, cuya desgarradora historia reseña la indiferencia de compañeros, rector, sistema de salud, sistema de justicia. ¿Su inspiración y soporte? El amor incondicional de su familia y su sueño de convertirse en directora de la Orquesta Sinfónica de Colombia. http://www.elespectador.com/noticias/judicial/yadira-sobreviviente-del-matoneo-articulo-418786

Una profesora de música del distrito, madre soltera, que lucha con menos de un salario mínimo por darle a su hija en situación de discapacidad una vida y una educación dignas, y cuyo valiente llamado al Ministerio de Educación habla por todos los estudiantes y maestros de Colombia. https://www.youtube.com/watch?v=N1sg0uZ_qb4

O un talentoso pianista de salsa a quien acaso el lodo de la adversidad haya opacado su luz verdadera, reduciéndolo a ser un habitante de la calle. https://www.youtube.com/watch?v=Av2Y7aRwyqc

Son, por supuesto, casos al azar entre muchos otros. Esto sin decir nada de los miles de estudiantes a quienes las circunstancias les dan la espalda, que no titubean de cara a la adversidad, y que escogen el camino de la dedicación y del esfuerzo.

A través de la música, miles de niños y jóvenes aprenden y se ejercitan en el difícil arte de rechazar formas superficiales y perniciosas de riqueza, que tan a menudo nuestro entorno les propone, porque han descubierto en su interior algo de aun más alto valor: la posibilidad de explorar y de desarrollar su potencial, la felicidad de cultivar y de hacer florecer aquello que es bueno y mejor en sí mismos.

En su dedicación sin reservas a la búsqueda de algo valedero, en su ausencia de interés en someter a otros, en las huellas duraderas que su actividad deja a su paso, y en el coraje que despliegan cuando el arte les llama a medirse ante la historia y ante la humanidad, estos músicos representan elocuentemente mucho de lo que los colombianos aspiramos y podemos llegar a ser.

¿Puede un concierto ambulante en verdad representar todas esas cosas? Tal vez. Tal vez no. No podemos asegurarlo. Para el músico, hay tanto esfuerzo detrás de cada nota, tantas horas y tantos años dedicados a dominar un gesto, un movimiento, una manera de respirar, que casi soñamos que el poder de la música bastara para cambiar el mundo. Pronto aprendemos, por supuesto, que el mundo no funciona de esa manera. Esperamos ciertamente que al menos algunos colombianos en el camino disfruten desprevenidamente la música, y que algunos observadores se sientan intrigados por las preguntas y reflexiones que suscita este piano móvil.

Pero de una cosa sí podemos estar seguros: Para aquellos que decidan seguirnos en este viaje y unirse a la construcción de este proyecto; para los que participemos con la actitud sincera de redescubrir nuestro país desde una óptica renovada, listos a dar lo mejor de nosotros y a dejarnos descubrir lo que este viaje tenga para enseñarnos, son ciertamente nuestras vidas las que habrán cambiado para siempre.

1) Heinrich Neuhaus, El arte del piano.

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domingo, 2 de noviembre de 2014


El dolor en las piernas, en la espalda, en los hombros.

El hambre, la sed.
El calor insoportable, el desmayo inminente, el sometimiento abyecto, el desespero indecible, la humillación, la miseria, el desarraigo.
Si abandonaban a medio camino, ¿sería aún peor su destino?
¿Qué tipo de castigo les esperaba?



Indios cargueros conduciendo un piano de Honda a Bogotá. José María Gutiérrez de Alba, Impresiones de un viaje a América,  1874. 
de: 
https://rondytorres.wordpress.com/tag/jose-maria-gutierrez-de-alba/


Como el tráfico comercial entre el puerto de Caracolí y la capital de la República es el más importante, empleándose en el transporte de mercancías como 5.ooo mulas y más de 2.000 peones cargueros de ambos sexos, indígenas en su mayor parte, a cada paso encontrábamos numerosas recuas cargadas con bultos menos delicados, mientras que los más frágiles eran conducidos en hombro de los indios, entre los cuales hay algunos que cargan con bultos enormes de un peso abrumador, que en poco tiempo los inutiliza.

De estos copiamos un grupo de indios que conducían un piano, y que encontramos en medio de un lodazal atollados hasta las rodillas. Aquellos pobres soberanos (porque aquí, como en todos los países democráticos, de nombre, el pueblo disfruta así de la plenitud de su soberanía), trepaban con toda la majestad posible por aquellas ásperas cuestas, haciendo uso de sus derechos individuales, y teniendo por remuneración algunos plátanos y un poco de chicha y de mazamorra; porque desposeídos de las propriedades que durante la colonia disfrutaban, no tiene ya otros recursos que sufrir como arrendatarios una esclavitud disfrazadas con el oropel de las libertades, que sólo para ellos no existen; emplearse en estos rudos trabajos, o morir de hambre en un rincón sobre el suelo feraz que para ellos reivindicaron sus libertadores.


Otro viajero, el argentino Miguél Cané, recuerda durante su viaje entre Guaduas y Bogotá:

Otra particularidad del Valle de Guaduas son las cañas que le han dado el nombre. Algunas alcanzan a mucho metros de altura, con un diámetro de 20 a 25 centímetros. Los indios las emplean, por su resistencia y poco peso, para hacer las parihuelas en que transportan a hombro todo aquello que no puede ser conducido por una mula, como pianos, espejos, maquinarias, muebles, etc.

Vamos encontrando a cada paso caravanas de indios portadores, conduciendo el eterno piano. Rara es la casa de Bogotá que no lo tiene, aun las más humildes. Las familias hacen sacrificios de todo género para comprar el instrumento, que les cuesta tres veces más que en toda otra parte del mundo. ¡Figuraos el recargo de flete que pesa sobre un piano; transporte de la fábrica de Saint-Nazaire, de allí a Barranquilla, veinte o treinta días, de allí a Honda, quince o veinte, si el Magdalena lo permite; luego, ocho o diez hombres para llevarlo a hombros durante dos o tres semanas! Encorvados, sudorosos, apoyándose en los grandes bastones que les sirven para sostener el piano en sus momentos de descanso, esos pobres indios trepan declives de una inclinación casi imposible para la mula. En esos casos, el peso cae sobre los cuatro de atrás, que es necesario relevar cada cinco minutos. A veces las fuerzas se agotan, el piano se viene al suelo y queda en medio del camino. (Miguel Cané, En viaje(1881-1882) [1] 



¿A quiénes debemos culpar por estas atrocidades? De Pitágoras a los monjes gregorianos, de De Arezzo a Cristofori, de Monteverdi a Mozart: ¿quién había previsto tales torturas? ¿Odiaba el indio carguero esa carga maldita? ¿Cuánto podía imaginar él acerca de la naturaleza o función de ese instrumento? Alguien había dicho que de ésos libros que también ellos transportaban, las mujeres de familias blancas se servían para hacer música europea. ¿Qué tipo de escritura era ésa? ¿Qué poder oculto o qué verdad profunda podrían yacer entre ésas páginas? ¿Qué música escuchan las almas que no vacilan en someter a los otros?

Cinco generaciones más tarde, ¿debemos maldecir mil veces a Beethoven y a Chopin por sus sonatas y baladas? ¿A Viena o a París por sus pianos? ¿Son las harmonías y las melodías europeas la maldición de nuestros hijos, el virus extranjero que se apoderó de nuestros orfeos, el arma invasora más letal, cuya sutileza colonizadora se haría sentir aún siglos después de la independencia?

El PianoMóvil también afrontará las vicisitudes del terreno. El calor, la expectativa de lo incierto. Pero ésta vez algo es diferente. Ésta vez, el sufrimiento de ningún ser humano estará de por medio. Ésta vez no hay humillación, no hay sometimiento, no hay colonia, no hay resentimiento, ya no más. Si quitamos al piano esas cosas ¿qué queda? Ninguna clase social es prioritaria, el concierto será para todos.

Si quitamos al piano todas esas cosas, ¿Qué queda?


Indio carguero entre Honda y Bogotá. José María Gutiérrez de Alba, 1874
Indio carguero entre Honda y Bogotá. José María Gutiérrez de Alba, 1874

¿Queda algo en ésa música para nosotros? ¿Qué une y qué separa las músicas propias y ajenas?  ¿Qué poder oculto o qué verdad profunda podrían yacer entre ésas páginas? Por las venas del músico corre también sangre de indio. Si esas preguntas pudieran hacerse alguna vez; si esas respuestas han de ser jamás exploradas, éste es quizá el momento de averiguarlo.




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